domingo, 25 de abril de 2010

La fuerza de la justicia contra la ley



Vengo preparado para proponerles a ustedes la posibilidad de una justicia que contradiga a la ley, de una justicia que no tenga nada que ver con la ley, de una justicia que esté más allá o mas acá de la ley. La fuerza de la justicia contra la ley. ( Jacques Derrida, Force of Law: The Mystical Foundation of Authority)

• El cuadro de transformaciones que se ha venido suscitando en el sistema de la Universidad de Puerto Rico so pretexto de las “medidas cautelares”: amenaza de prescindir de una buena parte de los profesores/as por contrato, amenaza de eliminación de las exenciones de matrícula, reducciones dramáticas de las ofertas de verano, cambio del máximo de cupo de estudiantes por sección, amenaza de eliminación de los descargues por investigación, congelación de ascensos, etc. con toda probabilidad se han ido implantando “acorde con la ley “, en consonancia con las estipulaciones en ley, pero hemos arribado (y seguimos arribando) a una nueva sensibilidad de época en la que reconocemos que algo puede estar “en ley” pero no necesariamente es justo.
Está claro que el tiempo que se dedica a la formación (educación) está adquiriendo la misma importancia que el que se dedica al trabajo, cuando no lo eclipsa realmente. Esto ha sido reconocido internacionalmente.
• Este reconocimiento requeriría que la mayor inversión de capital fuese destacado al proceso de producción de conocimiento pues, no por nada y no por casualidad, son muchos los que caracterizan las economías contemporáneas como “Knowledge economies” en tanto expresión de un sistema de producción donde los elementos intangibles son cada vez más centrales. Tenemos que seguir defendiendo el lugar que ocupa la Universidad como espacio privilegiado de esa producción de conocimiento.
No es posible propiciar la producción de una economía del conocimiento si los recursos materiales e intelectuales necesarios para producir conocimiento. No hay educación de excelencia sin recursos.
• Esto es contundente. Y sin embargo, habría que combatir las maneras en que el fenómeno mediático tiende a reducir las luchas universitarias a una racional económica. Es decir, a un problema “de chavos”. Todos los que formamos parte del sistema de la Universidad de Puerto Rico sabemos que hay más complejidad, que se trata de toda una transformación paradigmática, sistémica, la que estamos transitando y una cada vez más contraria a los valores universitarios.
Defendemos la Universidad como el espacio en el cual se lleva a cabo la actividad del pensar como forma de vida consistente.
• Todo agenciamiento universitario tendría que hacerse acompañar de las explicitaciones teóricas y políticas que le dan sentido. Esto no se logra con palabras maestras (privatización, neoliberalismo, gobierno de turno, administración de turno, etc.) sino con la discusión detenida y profunda en todos los contextos (salones de clase, medios de comunicación, etc.) del sentido de los agenciamientos. El careo de posiciones y de lecturas dentro de una disposición democrática es vital.
Defendemos la posibilidad de una Universidad protegida de los vaivenes económicos y políticos y de todas las fuerzas que obstaculizan su autonomía. Autonomía tiene que ver con la posibilidad de un sistema de reproducirse según sus propias operaciones.
• Al presente, la Universidad se encuentra amenazada por una serie de poderes internos y externos. Incluso habría que decir, como en los tiempos de la sociología de la dependencia latinoamericana, que esos poderes externos también encuentran su correspondencia interna.
• El cuadro de transformaciones que se han venido suscitando en la Universidad no comienza ni termina con las presentes “medidas cautelares”. Este cambio paradigmático desborda también la gestión de la presente administración al tiempo que la política partidista, si bien sus flancos abiertamente represivos (aparato policíaco, fuerza de choque) están siendo confrontados en tiempo presente. Es preciso hacer estas denuncias sin perjuicio de otras.

Defendemos la Universidad sin condición.
Por: Madeline Román

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